No se puede poner en tela de juicio que esto no es periodismo. Glass podría haber sido un excelente escritor pero se vendió como un gran periodista y acabó cayendo en desgracia a los 26 años. Admirado, respetado, incluso envidiado por sus compañeros; Glass fue inmediatamente despedido cuando se destapó su "secretillo" y, evidentemente, no tuvo más cabida en el mundo del periodismo. El pastel lo destapó Adam L. Penenberg con su artículo Lies, damn lies and fiction, publicado el
Actualmente Stephen Glass vive en Nueva York y ejerce el Derecho. En 2003 publicó un libro The Fabulist. Apareció entonces en la CBS y pidió disculpas a sus ex-compañeros, también declaró "I wanted them to think I was a good journalist, a good person. I wanted them to love the story so they would love me" (Quería que pensaran que era un buen periodista, una buena persona. Quería que les gustara mi historia para así gustarles yo).
Pero Glass no es el único caso de periodistas que se inventan las informaciones. Otro de los casos más sonados fue el de Jack Kelley (en la imagen), corresponsal del USA Today, que llegó a ser finalista del premio Pulitzer en 2002. Que no, que esto no es periodismo. Que puede llegar a publicarse una información inventada es un hecho demostrado. Pero desde la ética periodística y la responsabilidad del profesional para con sus compañeros y con sus lectores, es una traición a todo aquello que debe definir el periodismo libre y serio.
Hayden Christensen, en una excelente interpretación de Stephen Glass en El precio de la verdad (Billy Ray, 2003)
It is ironic that online journalists have received bad press from the print media for shoddy reporting. But the truth is, bad journalism can be found anywhere. (Extraído del artículo de Penenberg)Actualmente Stephen Glass vive en Nueva York y ejerce el Derecho. En 2003 publicó un libro The Fabulist. Apareció entonces en la CBS y pidió disculpas a sus ex-compañeros, también declaró "I wanted them to think I was a good journalist, a good person. I wanted them to love the story so they would love me" (Quería que pensaran que era un buen periodista, una buena persona. Quería que les gustara mi historia para así gustarles yo).
Pero Glass no es el único caso de periodistas que se inventan las informaciones. Otro de los casos más sonados fue el de Jack Kelley (en la imagen), corresponsal del USA Today, que llegó a ser finalista del premio Pulitzer en 2002. Que no, que esto no es periodismo. Que puede llegar a publicarse una información inventada es un hecho demostrado. Pero desde la ética periodística y la responsabilidad del profesional para con sus compañeros y con sus lectores, es una traición a todo aquello que debe definir el periodismo libre y serio.
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