21 de mayo de 2007

Instrucciones para leer Arquitectura del arte en la calle



Este reportaje se compone de varios fragmentos publicados en este mismo blog. Sin embargo, su lectura no es lineal. Basta con leer (con atención) el primer fragmento titulado Arquitectura del arte en la calle e ir a los links que están en el texto para acceder al resto del reportaje. Para más comodidad, los links más interesantes y otros adicionales están al final del fragmento.

Arquitectura del arte en la calle

Los espectáculos a cielo abierto se reparten por Madrid
El Retiro, centro de encuentro de los artistas


Las ferias y las calles de la Edad Media estaban pobladas por juglares, saltimbanquis y trovadores; charlatanes embaucadores que animaban las aldeas periódicamente a cambio de algunas monedas. Con la aparición de las ciudades las actividades callejeras se institucionalizaron y cada noble pudo tener su propio bufón. Hoy, los artistas en la calle se engloban bajo el nombre de “Artes Escénicas”, pero no son sino el “más difícil todavía” de aquellos magos de la ilusión. En la historia del malabarismo y las artes callejeras no han parado de aparecer artilugios nuevos, mejores materiales y nuevos conocimiento, pero siguen cumpliendo la función de siempre: arrancar sonrisas y exclamaciones de asombro de sus espectadores.

Cada domingo, el parque madrileño del Retiro se convierte en punto de encuentro de los artistas con su público. Titiriteros y malabaristas, adultos y pequeños, echadores de cartas y muñecos de guiñol confluyen en los alrededores del estanque. Unos disfrutan, otros trabajan, otros aprenden; cada persona acude con un motivo diferente.

Teresa y Aitor sólo llevan un par de semanas haciendo su espectáculo. Ambos estudian interpretación. Él es profesor pero quiere dedicarse “a otro tipo de enseñanza”. Los profesores de Educación Física, la modalidad que imparte Aitor, han sido muy importantes en la difusión de prácticas como el malabarismo o las marionetas.

Aitor trata de impartir educación verde con sus marionetas en el Retiro/S.N.

En los últimos años han introducido en los programas de la asignatura apartados dedicados a las Artes Escénicas. Aitor lo justifica explicando que “ayudan al equilibrio, la coordinación de movimientos y, por supuesto, fomentan la creatividad y el trabajo en grupo”. Estos dos estudiantes crearon la compañía Luna Teatro hace poco para empezar a hacer lo que les gusta: teatro infantil y callejero y para enseñar a los niños que “hay algo más allá de la tele que perturba sus mentes”.

Un policía del parque informa: “Para actuar en el Retiro hay que obtener un permiso concedido por la Junta Municipal, avenida Ciudad de Barcelona número 162”. Luna Teatro no tiene ese permiso, en realidad, muy pocos artistas lo poseen. La regulación de estos trabajadores es casi inexistente en España, sólo la Diputación de Barcelona tiene una Oficina de Difusión Artística que normaliza los espectáculos callejeros y trata los temas de subvenciones, ayudas, permisos etc. En Madrid, sin embargo, no existe ningún tipo de regulación local o autonómica para estas actividades, los permisos del Retiro los expide la administración del distrito. “No lo tenemos por escrito pero no nos ponen problema, la policía nos deja” explica Cecilia, madre de una familia que lleva 20 años trabajando con su guiñol. Con su marido y sus hijos forma Clavileño y, a diferencia de Teresa y Aitor, esta familia argentina vive de sus obras y Cecilia explica: “No somos millonarios pero no nos falta nada”.

Títeres desde Argentina

La comunidad argentina es muy numerosa en estos menesteres. “Vinimos siguiendo la estela de Villafañe” explica José Fontana mientras recoge sus muñecos.

Javier Villafañe, “el abuelo de los titiriteros argentinos”,
fue poeta, escritor y titiritero

Cuando comenzó la dictadura militar de Videla se exilió en Venezuela. Más tarde vino a España, recorrió la ruta manchega del Quijote con un carromato de espectáculos y, después, todo el Viejo Continente, “hasta que en el 84 retornó a la Argentina” explica José.

Otra actuación tradicional de las citas dominicales del Retiro es la de Javi Javichi, Malabarista de la Pista (En la foto de archivo). Javi Javichi actúa en el Retiro por principios, él mismo lo explica al principio de sus actuaciones: “Para que todos puedan disfrutar los espectáculos ya que no se hacen sólo para conseguir dinero sino para todas las personas”. Lo suyo es todo un despliegue de habilidades malabarísticas: maneja bolas, mazas, diábolos, yo-yós, hace equilibrio e incluso algo de magia.


Malabaristas del mundo

Los encuentros de malabaristas de todo el mundo suelen estar coordinados por la Asociación Internacional de Malabaristas (IJA), creada en 1947. La aparición de este organismo vino propiciada por un decaimiento de las actividades circenses y de calle. Tras un siglo XIX plagado de circos itinerantes, el público del siglo XX descubrió los medios audiovisuales y los espectáculos de payasos, forzudos y funambulistas cayeron en el olvido. Los artistas se refugiaron con sus instrumentos en la IJA a la espera de mejores tiempos para la magia y la ilusión. Llegaron los años ochenta y los parques, los campus universitarios y las calles se convirtieron en el escenario para nuevos malabaristas y titiriteros. La IJA vio cómo se multiplicaba por seis el número de afiliados y comenzó su actividad actual.

No obstante, la mayoría de los malabaristas y saltimbanquis no están dentro de la IJA, sólo aquellos que se dedican a esto de forma profesional. Tito es una de esas personas que hace malabarismo por placer. Sabe manejar todos los malabares clásicos y últimamente está aprendiendo monociclo. Lo hace de forma autodidacta, observando a sus amigos e imitándolos: “Pero no avanzo mucho. Ahora tengo dos trabajos y sólo puedo hacer contact en el metro de camino a la tienda”.

El elefante de la suerte

Tito trabaja en “El Elefante Blanco”, la tienda más importante de España de artículos de malabarismo, circo y espectáculo callejero.

“Elefante Blanco sólo hay uno
y trae buena suerte”dice Maripi

Mario y Maripi fundaron en 1989 una pequeña tienda de malabares en la calle Infantas. “La idea nació en el encuentro de malabaristas del 89. En este año aparecía también la Asociación de Malabaristas de Madrid. Estos tres acontecimientos: el encuentro de la IJA, la apertura de El Elefante Blanco y la aparición de la Asociación de Malabaristas de Madrid asentaban el arte de la calle en la capital.

Aitor, Teresa, Javi-Javichi, Cecilia, Tito, José… no son los únicos que trabajan y alegran las calles; los artistas no se pueden contar: se mueven por el mundo, cambian de espectáculo, de nombre artístico e incluso de apariencia. No siempre actúan en el mismo lugar aunque el Retiro sea un punto de encuentro y cada día surgen nuevos malabaristas o mimos.

Los juglares seguirán creando ilusión a pesar de las Playstation, Internet o la televisión

Sólo están regulados en la comunidad catalana; puede que sean trescientos, o dos mil cuatrocientos; puede que vengan de la Escuela de Clowns de la calle Atocha o que sean los hijos de antiguos titiriteros. Los juglares llevan creando ilusión desde mucho antes de que aparecieran la televisión, Internet o las PlayStations y, como dice Mario, seguirán ahí porque “la calle es un gran escenario”. Grandes historias pequeñas
Enlaces de interés

Escenario Subterráneo

El metro es un buen sitio para actuar y llegar a mucha gente a cualquier hora. Prácticamente todas las estaciones del metro madrileño cuentan con un músico en las encrucijadas clave. Y es que la arquitectura del arte en el metro puede reducirse a las manifestaciones musicales; allí no hay títeres ni malabares, no es el sitio adecuado. Las notas musicales se deslizan por los pasillos acompañando a los apresurados transeúntes en su recorrido rutinario y terminan la labor de los despertadores.


El arte en el metro tiene otra característica especial: es un escenario reservado a músicos inmigrantes. Leo es armenio, 48 años, expresión cansada y título superior de violín en su país. Todas las mañanas, tras dejar a sus hijas en el colegio, busca una estación en la que actuar. En el metro las cosas son diferentes, aquí sí hay competencia y Leo debe darse prisa porque “las mejores estaciones son las que primero se ocupan”. Da clases de violín a cuatro chicos de Móstoles, pero el sueldo no es suficiente para mantener a su familia, así que todas las mañanas se va con su violín al metro en busca de un complemento económico.

La última peculiaridad del arte en el metro es la invisibilidad que sufren los músicos. La rutina funde a estos artistas con el paisaje habitual de las estaciones: la gente pasa a su lado casi sin mirarlos, sin escuchar su música entre el bullicio de las personas. Y, a pesar de todo, lo más probable es que quien pasa por las estaciones de metro cada día echaría de menos el hilo musical del metro si algún día se silenciara.


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Mario, Maripi y su Elefante Blanco

"Hace unos veinte años Mario estaba metido en el mundo del circo, era zancudo; yo hacía malabares pero sólo por afición. Un amigo nuestro francés trajo al encuentro algunos materiales para venderlos. Aquí en España no había prácticamente nada de eso”, recuerda Maripi, la fundadora de El Elefante Blanco, el centro del comercio de malabares en este país. Gerard siguió trayendo material después del encuentro y ellos decidieron montar la tienda: “La gente nos preguntaba que quién pensábamos que iba a comprarnos los materiales” recuerda Maripi. “Empezamos con tres diábolos y cuatro pelotas en un local pequeñísimo en Chueca”. Ahora hay tres Elefantes Blancos más: uno en el barrio de Tetuán, uno en Barcelona y otro en Tenerife. En 1989 aparecía también la Asociaciónla IJA, la apertura de El Elefante Blanco y la aparición de la Asociación de Malabaristas de Madrid asentaban el arte de la calle en la capital.

El Elefante Blanco nació en un pequeño local en Chueca. Ahora, hay tres elefantes de la suerte más

El negocio de Mario y Maripi abastece de todo tipo de materiales: malabar pequeño, zapatos de clown, pelucas, trapecios, maquillaje, frisbis, monociclos etc. La mayor parte del material es importado desde Europa y también vienen productos argentinos. “Argentina es un país no sólo con una producción de material de calidad, sino también de grandes artistas; uno de los más conocidos murió hace poco, se llamaba Javier Villafañe…” explica Maripi. Se defiende de las acusaciones de que el material es caro: “Hay que tener en cuenta que la mayoría es de importación y, además, que es material homologado y de calidad. Tú puedes colgarte de una cuerda, perfecto. Nosotros controlamos que sea segura y no se rompa en mitad del espectáculo”.

El Elefante Blanco es algo más que una tienda, es una casa y un punto de encuentro para todo aquel que se encuentre en el “mundillo”. “Aquí vienen desde antiguos circenses a echarse una charlita hasta niños para jugar al hackie, profesores de Educación Física, jóvenes, profesionales…” dice Tito desde su puesto en Chueca. El Elefante Blanco también funciona como agencia de espectáculos y ayuda a los artistas de la calle madrileños a regularizar su situación, Maripi se lamenta de que “en Madrid ni siquiera los artistas están acostumbrados a trabajar regularizados, esto surgió en Barcelona”. Maripi denuncia que “la administración madrileña no se preocupa ni concede ayudas, incluso pone trabas a los espectáculos de calle: puedes presentar a subvención un proyecto preparado, económico,

original y listo para entrar en escena y no te dan nada”. Según ella, lo mejor que puede hacer un artista de la calle es “regularizarse como autónomo si le es posible”.

Todo lo que pueda necesitar un malabarista está en El Elefante, tanto materiales como consejos de los fundadores y los dependientes

Mario y Maripi coinciden en que en Cataluña las artes escénicas están mucho más desarrolladas que en el resto de España: “Aprendimos de Francia, quizá por eso en Cataluña haya más, como están cerquita…”, teoriza ella. La Generalitat está adscrita a redes europeas de arte callejero como Eunetstar e In Situ, con las que realiza estudios sobre los públicos de estos espectáculos y elabora un léxico multilingüe para mejorar la comunicación internacional de los artistas. Mario destaca además que en Madrid la mayoría de los espectáculos son montajes individuales y poco trabajados: “Hay mimos y malabaristas pero no hacen espectáculos en conjunto, con una trama, un decorado decente etc, se limitan a enseñar sus habilidades. Me gustaría que algún día el espectáculo en la calle fuera como ir al teatro”. Lo cierto es que hay pocas compañías profesionales de espectáculos callejeros debido a las dificultades y limitaciones existentes.

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Tito y su pelota de contact

Tito es una de esas personas que hace malabarismo por el puro placer de manejarlos y aprende por la mera observación. Últimamente esta practicando con el monociclo: “Pero no avanzo mucho. Ahora tengo dos trabajos y sólo puedo hacer contact en el metro de camino a la tienda”. Contact es una de las nuevas modalidades del malabar; se trata de una pelota cargada de electricidad estática que se maneja con las manos y con los brazos enteros.

Los resultados son asombrosos: la pelota parece desafiar toda fuerza de gravedad subiendo y bajando del codo a los dedos, saltando de una mano a otra e incluso pasando entre los hombros del malabarista

Es una de las prácticas que más se pueden ver entre los aficionados que acuden al Retiro. En el monumento a Alfonso XII se congregan cientos de aficionados que bailan sus malabares durante toda la tarde del domingo. “Está bien el rollo del Retiro para los primeros tiempos pero acaba quemando” apunta Tito. Él prefiere irse a cualquier parque a practicar con sus amigos.



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Malabarista de la Pista

Javi Javichi es de los clásicos. Hace juegos de tres, cuatro y cinco elementos, combinando mazas y bolas. Juega con el diábolo y con el plato chino con facilidad. Al principio del espectáculo finge con maestría ser torpe y patoso, se le derraman las pelotas de las manos, las mazas se le caen al suelo y tropieza con sus propios pies.

Javi-Javichi es pequeño y vivaracho, de palabra fácil y con recursos para salir al paso en cualquier situación

Ha trabajado en muchos de los parques temáticos de la geografía española y en diversos festivales de teatro de calle y Artes Escénicas. También ha hecho intervenciones en televisión (1,2,3 A leer esta vez y Club Megatrix). Su espectáculo ha viajado hasta África con un programa humanitario; también a Japón e Italia en festivales internacionales.

Javi Javichi es descarado con el público y suele pedir a los más pequeños que sean sus ayudantes personales. Un juglar todoterreno, un one-man-show que reúne a una multitud expectante a su alrededor. Mientras lanza bolas al aire comenta con los espectadores lo que hace: “Mira, mira, ¿a que mola? Ahora el ecualizador… Estáis flipando ¿eh?”

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José Fontana: “No hay competitividad entre los titiriteros: todos somos amigos”

Fontana es de Mendoza, Argentina; allí era maestro de primaria. Encarna otro de los espectáculos fijos del Retiro: Los Títeres del Viento. Su amigo Pablo y él montaron una obra con marionetas. Les salió muy bien y decidieron viajar con su obra por el mundo, como lo hicieran Villafañe y el resto de los titiriteros pues “ésta es una vida ambulante y deambulante”, afirma. Cuando llegaron a Madrid, Pablo y José se separaron: “Él venía con su novia, estaban en plena luna de miel y nuestro teatro comenzó a caldearse demasiado… tres son multitud. Tomé la maleta y le dije: adiós compañero”. Trabajó en Madrid y en Barcelona durante algunos años con un puñado de historias de princesas y lobos feroces.

Con papel y gomaespuma José fabrica títeres que despiertan la ilusión de los niños y los recuerdos de los mayores

Pablo permaneció en Madrid, donde vive aún. Ha tenido mucho éxito con sus espectáculos. José mantiene su amistad con él “aunque es difícil –dice sonriendo- porque cada vez que le telefoneo me dicen que está en una ciudad diferente actuando”. Él volvió a Argentina y a la docencia aunque finalmente decidió que prefería los títeres a las tizas.

José tiene el pelo largo y barba de tres días, ambas con pinceladas de canas. Roza la cincuentena pero tiene los ojos jóvenes. Viste un jersey de punto gordo estampado y gorrilla a juego en la que recoge lo que los niños le llevan al final de la obra. Cuando volvió a pisar Madrid era 2001 y su país estaba sumido en una importante crisis económica. Desde entonces ha trabajado en colegios, fiestas de cumpleaños y animaciones, pero dice que “como el Retiro no hay otro lugar. Vengo todos los sábados y domingos y, en vacaciones, todos los días”;


Cecilia comentaba algo parecido: “Esto es un trabajo de fichar”. No hay competitividad entre ellos: “Todos los titiriteros del mundo somos amigos, - explica el argentino- aunque no nos conozcamos, en el mismo momento que nos vemos comenzamos a serlo”. Hace un par de meses le comentó a Cecilia que había comprado una tela nueva para su guiñol, “¿tenés para coserlo?” le preguntó entonces ella; cuando José le contestó que lo haría a mano ella le invitó a un café en su casa y le cosió el nuevo telón en su máquina.

José encandila a los niños con sus títeres. Pone una tela en el suelo en las tardes de invierno para ellos y los coloca amorosamente. Les pide que le ayuden a despertar a sus muñecos y cuando les oye bostezar a través de la tela se va a su puesto. Los niños tiemblan por el frío y la emoción, avisan a la princesa de que la bruja está detrás suyo y cuando aquella se vuelve, la malvada ha desaparecido; el griterío es ensordecedor cuando vuelve a la escena.


Con papel y gomaespuma José fabrica príncipes, magos y brujas. Despierta los sueños de los niños y, por qué no, los recuerdos de los mayores, que sonríen a escondidas con las aventuras de tan arquetípicos personajes. José también sonríe al decir que dentro de seis meses volverá a Mendoza: “tengo un hijo por cumplir trece años para cuando vuelva”. Allí tiene pensado unirse a una cooperativa de titiriteros que montaron unos amigos suyos hace unos años.

La familia de Clavileño el Alígero


Cecilia, Daniel, y sus tres hijos forman Clavileño. El nombre lo toman de Clavileño el Alígero, un caballo de madera con el que unos duques engañaron a Don Quijote y Sancho Panza haciéndoles creer que montaban un rocín de verdad; todo era una ilusión. Clavileño no sólo trabaja en el Retiro sino en colegios, fiestas, ayuntamientos y “allí donde nos llamen” dice Cecilia. Llevan más de veinte años trabajando con sus títeres y en su haber acumulan numerosos espectáculos: Felón el bandido, La bruja poco pelo, Bicho feoy Cosa rara, La flor de la esperanza…). Verlos actuar es como volver a la infancia: llevan un pequeño guiñol, marionetas hechas por ellos mismos y toda una chiquillería a sus pies avisando a Pepi, el héroe de la historia, que la bruja malvada está detrás suya.
Acuden todos los sábados y domingos al Retiro. “Es un trabajo de fichar” dice Cecilia sonriendo.

Otro argentino con marionetas

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Teresa y Aitor: teatro para enseñar

Teresa y Aitor crearon hace poco la compañía Luna Teatro para hacer lo que verdaderamente les gusta: teatro infantil y callejero. Llevan un pequeño escenario hecho con tablas que hace las veces de bosque, un títere vestido de leñador y una réplica a tamaño natural que Aitor maneja para hablar con los niños. Ambos van vestidos a rayas negras y rojas como los juglares de los libros.

Aitor maneja con cuidado las marionetas que él mismo y Teresa construyen

El sonido lo pone un discman conectado a dos altavoces, la imaginación suple la falta de medios. “Queremos que los niños no sólo lo pasen bien sino que, al llegar a casa, pregunten a sus padres por qué el leñador cortó el joven fresno” dice Aitor.

Quieren enseñar que los árboles deben cuidarse, que los fuertes tienen que proteger a los débiles

Hacen tres pases cada domingo: La Fábula del Leñador, El Congreso de los Ratones y Toro y Mosquito. Resulta especialmente espectacular la última presentación: en el Retiro ya ha anochecido y una farola alumbra el escenario y la silueta de Aitor manejando sus títeres.

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Mazas y diábolos: breve repaso histórico del malabarismo

El malabarismo es el arte de la coordinación de movimientos y reflejos. El primer dato histórico de esta práctica se encuentra en las tumbas de Beni Hassan en una de un príncipe egipcio que murió en el año 1994 a.C. En sus orígenes, se identificaba con rituales religiosos y mágicos. El Talmud, un libro que recoge las leyes y tradiciones judías, habla de un rabino que hacía malabares con ocho antorchas encendidas. También se tienen datos de un irlandés llamado Cuchulainn (en la imagen, dibujo realizado en 1921 extraído de Wikipedia) que hacía juegos con nueve manzanas. Los récords actuales son 12 lanzamientos de 11 bolas (Bruce Sarafian [en inglés], 1996), lanzamiento de 7 bolas durante 3 minutos y 49 segundos (Anthony Gatto [en inglés], 1989) y juego de 5 mazas durante 45 minutos y 2 segundos (Anthony Gatto, 1989). No parecían malos malabaristas el sacerdote y el irlandés.

Pero muy pocas personas saben del origen de los aparatos o de las grandes figuras de la historia. El malabarismo no es un arte para ser estudiado sino para practicarlo y disfrutarlo.

Se aprende a través de la observación y la práctica; muchas horas, cientos de pelotas recogidas del suelo y golpes de cariocas en las piernas

También se ofrecen cursos de aprendizaje, sobre todo en las grandes ciudades, pero la mayoría de quienes lo practican aprende de sus amigos o conocidos. Con el paso del tiempo han ido apareciendo nuevas técnicas para los instrumentos tradicionales (mazas, diábolo, pelotas, cariocas y plato chino) y nuevos utensilios que manejar (astro-jax, bolas acrílicas, líquidos inflamables, pompas de jabón, cariocas de luz, kiwidos…). Estas nuevas modalidades las practican sobre todo quien hace malabares por afición, los profesionales del circo o de la calle tienden a los malabares primigenios.

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Galería de fotos y vídeos




Pequeña galería de fotografías compuesta con imágenes tomadas en el momento de elaborar el reportaje de Arquitectura del arte en la calle y con fotos extraídas de internet

Nota: la calidad no es muy buena pero es todo lo que me han permitido los medios técnicos a mi alcance

Galería de vídeos: por si alguien se anima a aprender algo nuevo...

Cariocas de fuego





Monociclo





Mazas





Títeres



III Encuentro de Malabares y Circo de Alicante


10 de mayo de 2007

No tanta Vanguardia en el lado digital

La Vanguardia es un ejemplo de diario que ya ha entrado en la red pero al que aún le falta camino para aprovechar todas las oportunidades que se ofrecen para la información digitalizada. Para empezar por el principio diremos que la portada, ventana de presentación del medio, tiene el diseño habitual de los medios en Internet: la columna central con las informaciones más importantes tituladas y con entradilla, otras informaciones menos destacadas en la columna izquierda e información de servicio y/o publicitaria en el lado derecho de la pantalla.
A medida que vamos bajando aparecen los apartados para los blogs, los foros, la encuesta diaria, los temas tratados a fondo y, más abajo, las informaciones más destacadas de cada sección. Esta estructura desordena en cierto modo la información al intercalar otros servicios en el espacio dedicado "tradicionalmente" a la información pura y dura. Más abajo encontramos, finalmente, los contenidos multimedia (videos, presentaciones de fotos, las posibilidades de sindicación etc). En la tercera columna encontramos servicios metereológicos, de búsqueda de piso, juegos, concursos, tienda on-line, publicidad...

Los puntos fuertes de La Vanguardia
No obstante, no hay que ser duros, La Vanguardia ofrece bastantes servicios adaptados a la red y, además, muy completos y útiles. Analicémoslos uno por uno.

Minuto a minuto
La sección Al Minuto permite conocer la información más actual publicada en el diario. Este es un punto muy interesante de La Vanguardia. En esta
sección aparecen los titulares y la hora de publicación/actualización. A través de un hipervínculo se redirige al lector a un texto completo al respecto. Lo único que me atrevería a sugerir es delimitar la temática o sección a la que pertenecen cada uno de los titulares de esta larga lista, para dar más comodidad al lector interesado, por ejemplo, en las elecciones locales y no en sociedad.

Una pequeña blogsfera y el universo foro
Hasta 31 blogs incluye La Vanguardia bajo el amparo del título Nuestros Blogs. Esta vez si se dividen en temáticas, que incluyen blogs de los alcadables (a raíz de las futuras elecciones), bitácoras de los corresponsales en diversos puntos de la bola azul, actualidad, corazón, nuevas tecnologías, música, cine y libros, deporte, ficción e incluso uno de humor. Dentro de esta clasificación están también los blogs de lo
s lectores.
Por otra parte, los foros abiertos por esta publicación. Se cuentan más de 60 foros, también clasificados por grandes temas, coincidentes con las secciones: elecciones 2007, política, ciudadanos, sucesos, cultura, deportes, economía y un largo etc. Algunos de los temas tratados, tan sólo por poner algunos ejemplos, son: ¿Cuál sería el primer problema que resolvería en su municipio si usted fuera el alcalde?, Debate: La diversión de los jóvenes y el descanso de los vecinos, Derechos de autor en la era digital y muchísimos más temas. A estos foros hay posibilidad de acceder a través de noticias relacionadas con su tema o simplemente buscándo el tema que más interese al usuario en el apartado de los Blogs de LV.

La pestaña video
El apartado de videos muestra todos los videos del día, que varían en cantidad de un día para otro de forma notable. A los videos se puede acceder igualmente desde la noticia a la que se refieren, pues La Vanguardia hace un link a ellos y les da un pequeño titular de presentación (así como en los videos hace referencia a la información escrita relacionada). Desde este apartado pueden verse videos de días pasados y acceder a los otros recursos audiovisuales, que son, en su mayoría, galerías de fotos.


Portada de la edición digital de La Vanguardia del día 10 de mayo

¿Qué le falta a La Vanguardia?
En realidad son pequeños detalles lo que se echa en falta de esta publicación on-line. Por ejemplo, más contenido multimedia como puedan ser presentaciones, infografías animadas o archivos de audio. También se echa en falta una mejor ordenación de las informaciones en la pantalla principal y seguir unos criterios visuales de destacabilidad de unas noticias sobre otros más... obvios. También sería planteable introduciruna opción de personalización de la portada al gusto de usuario, aunque sí ofrece la posibilidad de tener los titulares en otros soportes: teléfono móvil, correo electrónico etc.
Por último, cabe destacar sobre todos estos detalles la
escasez de hipervínculos que permiten relacionar todas las informaciones entre sí y, por tanto, la navegación por el sitio. Los textos generales no tienen en ningún caso hipervínculos que nos remitan, por ejemplo, a noticias pasadas relacionadas con el hecho o a los perfiles de los protagonistas.

Para finalizar también quiero destacar, aunque no tiene demasiado que ver con el grado de mediamorfosis de este medio, el hecho de que la enorme mayoría de las
noticias de portada del día 9 de mayo provenían de agencias (24 de 35 informaciones). Las once restantes, material de redacción propia, son noticias nacionales y los reportajes en profundidad de diversos temas.


Dejo aquí un ingenioso video publicitario de La Vanguardia





Nota: sería bueno explicar que, aunque La Vanguardia es un diario de ámbito catalán, ha sido elegida para este análisis por su proyección nacional, este diario es fácilmente localizable en muchas ciudades de la geografía española.