26 de abril de 2007

Europa y la Red, la Red y Europa


La existencia de una opinión pública libre se supone condición indispensable para hablar de una sociedad democrática. En el proyecto de la Unión Europea, dice el ponente Carlos Magro Mazo, es fundamental el aprovechamiento de las nuevas tecnologías para formar dicha opinión pública, así como para la formación de los ciudadanos europeos, la investigación y la innovación científicas y técnicas.

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Carlos Magro es Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense y en Geografía e Historia por la Universidad Autónoma de Madrid. A mediados de los noventa estuvo integrado en el Centro de Estudios Históricos del CSIC. Ha hecho, además, estudios de postgrado de Filosofía de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid, en el CNRS (París), en la Universidad de Harvard y en la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente es Director de la Oficina de Información Científica de la Comunidad de Madrid.

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En el II Congreso Internacional de Blogs y Periodismo en la Red se han tratado muchos de los temas que se entrecruzan con este título: la Web 2.0, la transformación de la docencia con la llegada de la Red, las nuevas formas periodísticas, las nuevas formas de comunicación y un largo etcétera. Pero dentro de todo ello, me parece interesante reseñar la intervención de Magro porque habla no sólo de los aspectos técnicos sino de las repercusiones sociales de la extensión de las nuevas tecnologías y del proyecto (más o menos viable, más o menos cercano) de mundo que plantean.


Todo esto lo enfoca a través de la Estrategia de Lisboa (documento original), un plan por el que la Unión Europea se propone conseguir “la economía del conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, antes del 2010, capaz de un crecimiento económico duradero acompañado por una mejora cuantitativa y cualitativa del empleo y una mayor cohesión social”. Así pues, la UE se propone seguir creciendo, no sólo cuantitativamente sino también cualitativamente (esa idea de la Vieja Europa intelectual), teniendo como columna vertebral conceptos como Libertad, Igualdad, Justicia y Democracia Participativa.


Magro quiso hacer hincapié en este último término para referirse al potencial democrático de la Web 2.0. Los blogs, los wikis, los tags, los procesos de etiquetado, los agregadores, las redes sociales y de nuevo un largo etcétera son para el ponente espacios para la participación y el trabajo en comunidad. De esta forma, la web se está convirtiendo no sólo en “una red que se construye sola” sino en el principal lugar para la formación de la opinión pública (en este caso, la de la ciudadanía europea).


¿Cómo conseguir el objetivo de Lisboa? ¿Cómo lograr ese espacio de cohesión? ¿Cómo pasar de la Unión de los Mercaderes a la Unión de los Ciudadanos? Parece razonable pensar que los espacios colectivos de la red pueden favorecer el intercambio entre, por ejemplo, un finlandés y un italiano que nunca se verán en persona, a través de un interés común y un par de blogs conectados… y de ahí a los 75 millones de blogs que registra Technorati. Junto a ello, Magro propone el desarrollo del Espacio Europeo de Educación Superior EEES y el Espacio Europeo de Investigación (en inglés), para continuar adelante con los objetivos fijados para 2010.

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No obstante, no nos engañemos, la Agenda de Lisboa no es una altruista iniciativa para conseguir una Europa más verde y más compenetrada. Se trata, más bien, de compaginar el capitalismo de mercado con el “pleno” empleo, el crecimiento tecnológico e industrial y la sostenibilidad medioambiental (estamos hablando, pues, del afamado desarrollo sostenible). Y, por otra parte, salvar las diferencias que aún separan al gigante europeo con sus iguales japonés y estadounidense. Y para ello, antes deberá solucionar sus carencias y acabar con el abismo europeo que se trató en otra ocasión. El siguiente gráfico, extraído de un informe de la Unión Europea de 2006 sobre los niveles comparativos de innovación entre los tres grandes entes mundiales es, nunca mejor dicho, bastante gráfico.

Retraso en la innovación de la Unión europea a en relación a Estados Unidos y a Japón

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