Los resultados son asombrosos: la pelota parece desafiar toda fuerza de gravedad subiendo y bajando del codo a los dedos, saltando de una mano a otra e incluso pasando entre los hombros del malabarista
Es una de las prácticas que más se pueden ver entre los aficionados que acuden al Retiro. En el monumento a Alfonso XII se congregan cientos de aficionados que bailan sus malabares durante toda la tarde del domingo. “Está bien el rollo del Retiro para los primeros tiempos pero acaba quemando” apunta Tito. Él prefiere irse a cualquier parque a practicar con sus amigos.
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