21 de mayo de 2007

Arquitectura del arte en la calle

Los espectáculos a cielo abierto se reparten por Madrid
El Retiro, centro de encuentro de los artistas


Las ferias y las calles de la Edad Media estaban pobladas por juglares, saltimbanquis y trovadores; charlatanes embaucadores que animaban las aldeas periódicamente a cambio de algunas monedas. Con la aparición de las ciudades las actividades callejeras se institucionalizaron y cada noble pudo tener su propio bufón. Hoy, los artistas en la calle se engloban bajo el nombre de “Artes Escénicas”, pero no son sino el “más difícil todavía” de aquellos magos de la ilusión. En la historia del malabarismo y las artes callejeras no han parado de aparecer artilugios nuevos, mejores materiales y nuevos conocimiento, pero siguen cumpliendo la función de siempre: arrancar sonrisas y exclamaciones de asombro de sus espectadores.

Cada domingo, el parque madrileño del Retiro se convierte en punto de encuentro de los artistas con su público. Titiriteros y malabaristas, adultos y pequeños, echadores de cartas y muñecos de guiñol confluyen en los alrededores del estanque. Unos disfrutan, otros trabajan, otros aprenden; cada persona acude con un motivo diferente.

Teresa y Aitor sólo llevan un par de semanas haciendo su espectáculo. Ambos estudian interpretación. Él es profesor pero quiere dedicarse “a otro tipo de enseñanza”. Los profesores de Educación Física, la modalidad que imparte Aitor, han sido muy importantes en la difusión de prácticas como el malabarismo o las marionetas.

Aitor trata de impartir educación verde con sus marionetas en el Retiro/S.N.

En los últimos años han introducido en los programas de la asignatura apartados dedicados a las Artes Escénicas. Aitor lo justifica explicando que “ayudan al equilibrio, la coordinación de movimientos y, por supuesto, fomentan la creatividad y el trabajo en grupo”. Estos dos estudiantes crearon la compañía Luna Teatro hace poco para empezar a hacer lo que les gusta: teatro infantil y callejero y para enseñar a los niños que “hay algo más allá de la tele que perturba sus mentes”.

Un policía del parque informa: “Para actuar en el Retiro hay que obtener un permiso concedido por la Junta Municipal, avenida Ciudad de Barcelona número 162”. Luna Teatro no tiene ese permiso, en realidad, muy pocos artistas lo poseen. La regulación de estos trabajadores es casi inexistente en España, sólo la Diputación de Barcelona tiene una Oficina de Difusión Artística que normaliza los espectáculos callejeros y trata los temas de subvenciones, ayudas, permisos etc. En Madrid, sin embargo, no existe ningún tipo de regulación local o autonómica para estas actividades, los permisos del Retiro los expide la administración del distrito. “No lo tenemos por escrito pero no nos ponen problema, la policía nos deja” explica Cecilia, madre de una familia que lleva 20 años trabajando con su guiñol. Con su marido y sus hijos forma Clavileño y, a diferencia de Teresa y Aitor, esta familia argentina vive de sus obras y Cecilia explica: “No somos millonarios pero no nos falta nada”.

Títeres desde Argentina

La comunidad argentina es muy numerosa en estos menesteres. “Vinimos siguiendo la estela de Villafañe” explica José Fontana mientras recoge sus muñecos.

Javier Villafañe, “el abuelo de los titiriteros argentinos”,
fue poeta, escritor y titiritero

Cuando comenzó la dictadura militar de Videla se exilió en Venezuela. Más tarde vino a España, recorrió la ruta manchega del Quijote con un carromato de espectáculos y, después, todo el Viejo Continente, “hasta que en el 84 retornó a la Argentina” explica José.

Otra actuación tradicional de las citas dominicales del Retiro es la de Javi Javichi, Malabarista de la Pista (En la foto de archivo). Javi Javichi actúa en el Retiro por principios, él mismo lo explica al principio de sus actuaciones: “Para que todos puedan disfrutar los espectáculos ya que no se hacen sólo para conseguir dinero sino para todas las personas”. Lo suyo es todo un despliegue de habilidades malabarísticas: maneja bolas, mazas, diábolos, yo-yós, hace equilibrio e incluso algo de magia.


Malabaristas del mundo

Los encuentros de malabaristas de todo el mundo suelen estar coordinados por la Asociación Internacional de Malabaristas (IJA), creada en 1947. La aparición de este organismo vino propiciada por un decaimiento de las actividades circenses y de calle. Tras un siglo XIX plagado de circos itinerantes, el público del siglo XX descubrió los medios audiovisuales y los espectáculos de payasos, forzudos y funambulistas cayeron en el olvido. Los artistas se refugiaron con sus instrumentos en la IJA a la espera de mejores tiempos para la magia y la ilusión. Llegaron los años ochenta y los parques, los campus universitarios y las calles se convirtieron en el escenario para nuevos malabaristas y titiriteros. La IJA vio cómo se multiplicaba por seis el número de afiliados y comenzó su actividad actual.

No obstante, la mayoría de los malabaristas y saltimbanquis no están dentro de la IJA, sólo aquellos que se dedican a esto de forma profesional. Tito es una de esas personas que hace malabarismo por placer. Sabe manejar todos los malabares clásicos y últimamente está aprendiendo monociclo. Lo hace de forma autodidacta, observando a sus amigos e imitándolos: “Pero no avanzo mucho. Ahora tengo dos trabajos y sólo puedo hacer contact en el metro de camino a la tienda”.

El elefante de la suerte

Tito trabaja en “El Elefante Blanco”, la tienda más importante de España de artículos de malabarismo, circo y espectáculo callejero.

“Elefante Blanco sólo hay uno
y trae buena suerte”dice Maripi

Mario y Maripi fundaron en 1989 una pequeña tienda de malabares en la calle Infantas. “La idea nació en el encuentro de malabaristas del 89. En este año aparecía también la Asociación de Malabaristas de Madrid. Estos tres acontecimientos: el encuentro de la IJA, la apertura de El Elefante Blanco y la aparición de la Asociación de Malabaristas de Madrid asentaban el arte de la calle en la capital.

Aitor, Teresa, Javi-Javichi, Cecilia, Tito, José… no son los únicos que trabajan y alegran las calles; los artistas no se pueden contar: se mueven por el mundo, cambian de espectáculo, de nombre artístico e incluso de apariencia. No siempre actúan en el mismo lugar aunque el Retiro sea un punto de encuentro y cada día surgen nuevos malabaristas o mimos.

Los juglares seguirán creando ilusión a pesar de las Playstation, Internet o la televisión

Sólo están regulados en la comunidad catalana; puede que sean trescientos, o dos mil cuatrocientos; puede que vengan de la Escuela de Clowns de la calle Atocha o que sean los hijos de antiguos titiriteros. Los juglares llevan creando ilusión desde mucho antes de que aparecieran la televisión, Internet o las PlayStations y, como dice Mario, seguirán ahí porque “la calle es un gran escenario”. Grandes historias pequeñas
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1 comentario:

lágrimas negras dijo...

me gusta mucho el resultado de esa investigación, felicidades porque realmente me he metido en ese mundillo, además la clave la has encontrado, buena información...
un saludo